Recuerdo que cuando estaba en el liceo revisaban mi uniforme para verificar que cumpliera con el mismo, estaba orgullosa de ser irreverente en ese aspecto, porque aprovechando las restricciones con el tema hacia milagros, y desafiaba dentro de las reglas la normativa del plantel, un acto osado para alguien que tiene mas errores ortográficos en la escritura que cualquier otra y que no se le daba bien la historia ni las matemáticas, pero sin embargo amaba las clases de literatura o Castellano y las clases de inglés, incongruente por la falta de ortografía y mi incapacidad para recordar los presidentes del país, pero vale la pena decir que lo que realmente me gustaba leer lo leía y comprendía mejor de lo que esperaban. Pero ahora la realidad es otra, ahora solo verifican que por lo menos el chico esté al día con la mensualidad, y sin embargo, (aun cuando se trata, en la medida de lo posible, no usarlos como intermediario) son altaneros y groseros, con un vocabulario pobre y ordinario, con escasees de excusas lógicas; si el representante está presente, incluso, evaden la vista de los mismo y agreden al mensajero, dando a conocer la mediocre vida que ha adoptado.
Esta realidad no es culpa del colegio, de los maestros, profesores, educadores, no es culpa de la cantidad de horas que estén en la escuela, no es culpa de la cantidad de tarea que le manden, de lo exigente que sea la institución o del tipo de compañero de clases que tenga, toda la culpa reside en la leyes y en la educación que se imparte en casa.
Cuando una madre es permisiva, y consentidora (en exceso) cría a una especie de hijo, una especie porque no todos los hijos nacen pare serlo, es un trabajo de cultivo y mano de obra que a veces es sencillo, que no admite sus errores, no agradece su realidad, no aprecia sus recursos y no se motivan a lograr las cosas por su propio esfuerzo, cría a una especie de hijo mortal para la salud familiar, social, personal.
Así vamos, en decadencia, así caemos en lo mediocre, en lo inhumano, en la desdicha e inconformidad.
Ya no se respeta, valora, agradece, bendice, atiende, aprende, ama, quiere sino que se aprovecha el nuevo poder para ser rebeldes y vacíos de corazón y huecos de mente.
Autor: Nazza
(Haydee Pacheco)
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Impaciencia
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