Así paso un día, como cualquier otro se atrevió a prometer no contar jamás lo que se hablo ese día, no es su mejor amigo, tampoco su hermano o hermana no es su padre solo un conocido que en alguna parte del camino coincidieron sus vidas.
-“Prometo, prometo que lo que me haz dicho no lo contaré jamás”
Acto seguido, se despidieron con un apretón de manos, de esos que se suelen dar en sustitución del beso en la mejilla como acostumbre normalmente las personas.
Al llegar a su casa pensó en su amiga, esa que todo le contaba, pensaba que en esa ocasión no seria posible descubrir esas paginas escritas por otro en su vida, ¿Por qué? Pues porque ella sería la más afectada de esta verdad, sin embargo sentía esa necesidad de liberarse de aquella carga que no le pertenecía y acudió a su hermana, la persona que no le prestaba mucha atención.
-"Ella es perfecta" pensó "no los conoces no sabe quien es quien con ella liberare esta carga"
Al hacerlo sintió un enorme alivio que nunca pensó que tendría.
Aun así ese peso lo tenia en su alma, un peso que no podía cargar aunque gozaría contándolo no lo haría.
-“He hecho una promesa de esas que en vida se tratan de cumplir para quien salga herida no se atincipe al precipio que le espera”
Sin embargo el verdadero poder de aquella promesa no se sabrá sino hasta que se sepa la verdad, la verdad del hecho de lo que ocurrió y de lo que se oculto. Verdades y mentiras se expresan entre líneas, entre acciones entre miles de cosas que se sienten en el aire. Ella vivirá con esa promesa guardada en su archivo de recuerdos donde cada palabra escuchada retumbara en su mente y hará temblar su alma.
Nazza