Cuadros terroríficos por doquier,
miradas inquisitivas que advierten una condena que no debería ser pagada,
dedos que apuntan tu inferioridad ante ellos,
aunque no sea realmente así, ellos lo acusan,
aunque no sea justo, el no se defiende.
miradas inquisitivas que advierten una condena que no debería ser pagada,
dedos que apuntan tu inferioridad ante ellos,
aunque no sea realmente así, ellos lo acusan,
aunque no sea justo, el no se defiende.
Como sacado de una historia de terror, como inventada, como si sólo fuera un sueño. Ahí se encuentra él en una gran sala de estar rodeado de gente que no conoce y que tampoco desea conocer, amordazado, atado de pies a cabeza y sentenciado a esa muerte que es tan segura como que es inocente.
La hora del show inicia. Todos lo escupen, señalan y tratan de convencerlo que es culpable.
Al ver que no reacciona ante sus demandas lo suben, y sobre una gran fogata lo exponen sin embargo, Elías no suplica, “condenar a inocentes los llevará al infierno”, esas son sus palabras pero la gente en su sed de venganza actúa...
Al ver que no reacciona ante sus demandas lo suben, y sobre una gran fogata lo exponen sin embargo, Elías no suplica, “condenar a inocentes los llevará al infierno”, esas son sus palabras pero la gente en su sed de venganza actúa...
Lo ultimo que Elías pudo ver, antes de morir calcinado, fue a su esposa que lloraba inconsolablemente.
Autor: Haydee Pacheco
Nazza