Caminos

Luego de la muerte de su esposo, Jimena bañada en la sangre de él y sentada a su lado meditaba, pensaba que iba a hacer ahora, no quería huir, no quería ir a la cárcel, no quería esconderse. Meditabunda se encuentra Jimena, en su habitación, se pone de pie, y toma un baño, luego de terminar escucha que tocan la puerta, tranquila y serenamente baja a atender para ver quien es. Su vecina chismosa, ella era la que asomaba las narices donde no la llaman. - Buenas noches Jimena, pasaba por aquí, escuche gritos, pero veo que estás bien , si necesitas algo, no dudes en visitarme, sabes que vivo en la casa del frente... - A Jimena le parecía escuchar un balbuceo, al cual atendió cuando escucho - ¿Me dejas pasar y hablamos? - - Aprecio mucho su interés, pero voy a dormir, que tenga buena noche - (Ploo) cerro la puerta de un solo empujón. Subió las escaleras y se terminó de arreglar, esta noche Jimena había dejado de existir como el ser que todos conocieron, su cara sin expresión, su tono de voz pesado, sus manos ásperas, su mirada fría, delataban el cambio en Jimena. Procuro no tocar nada, procuro no limpiar nada, llamó a la policía, informó del homicidio y se fue. Jimena fue al aeropuerto, compro un boleto a Alemania y abordó, decidida a tomar las riendas en su vida. Así muere Jimena, una muerte diferente a la de otras personas, pero como un fénix renace de sus cenizas para empezar una nueva vida. Autor: Naza